Privacidad, gafas y GPUs: las cuatro jugadas que marcaron la semana en IA

La IA no se detiene, pero 2025 está dejando claro que ya no todo va de demos espectaculares. Ahora cuentan la privacidad, el hardware que la gente sí quiere llevar en la cara, y la economía real de los modelos. Esta semana, Microsoft enfrió una función sensible de Copilot en Teams, Google abrió su AI Mode a Latinoamérica y coquetea con revivir las Google Glass con Gemini, mientras OpenAI celebró un hito de ingresos que, aun así, no le alcanza para ser rentable. En paralelo, el debate sobre la inteligencia artificial abierta se instala como nueva frontera.

Microsoft pisa el freno con Copilot en Teams

Microsoft actualizó su hoja de ruta y detuvo la implementación de una función de Copilot que permitiría ver el contenido compartido en pantalla durante las reuniones de Teams. El mensaje fue claro: “tras una revisión más exhaustiva, no podemos continuar con esta implementación”. En la misma página, la compañía mueve la posible fecha a agosto de 2026, dejando la puerta entreabierta si logra desplegarla de forma segura.

La utilidad estaba pensada para activarse solo cuando la reunión se grabara, combinando contenido visual con chats y transcripciones para responder preguntas y generar resúmenes más precisos. Pero el alcance anunciado —“cualquier contenido compartido” como documentos, hojas de cálculo o sitios web— encendió alarmas en entornos corporativos donde se manejan datos sensibles. El contexto no ayuda: recientemente se describió una vulnerabilidad de cero clic contra agentes de IA en Copilot y siguen las críticas por los problemas de privacidad de Recall en Windows 11. Señal para el sector: la adopción empresarial de IA exige diseños privacy-first y mucho más control fino antes de cruzar ciertas líneas.

Google quiere gafas (otra vez), ahora con Gemini y Android XR

Rick Osterloh, responsable de plataformas y dispositivos en Google, confirmó que estudian traer de vuelta unas gafas inteligentes para impulsar el uso de Gemini. La compañía trabaja con varios equipos en pantallas pequeñas que acoplen en anteojos, mientras empuja Android XR junto a Samsung y otros socios. El primer escaparate sería Project Moohan, el casco de realidad mixta de Samsung que compite con Apple Vision Pro.

La visión es pragmática: gafas más discretas —incluso “invisibles”, al estilo de las Ray-Ban Meta— con cámaras, micrófonos, altavoces y, ahora, pequeñas pantallas. No buscan reemplazar el móvil: Shakil Barkat, de Google, imagina gafas para música o interactuar con Gemini y un plegable en el bolsillo para tareas complejas. No hay fechas ni decisión sobre si habrá un dispositivo propio con sello Pixel, pero los prototipos existen y Qualcomm está en la foto. Si Google acierta en formato y casos de uso, podría cambiar el peso del teléfono en el ecosistema y acelerar la computación asistida por IA en el día a día.

AI Mode de Google aterriza en Latinoamérica

Google expandió su AI Mode a más de 180 países y regiones, incluyendo una larga lista en Latinoamérica: Argentina, Brasil, México, Chile, Colombia, Perú, entre otros. La Unión Europea queda fuera por ahora. El modo ofrece una experiencia de búsqueda multimodal y más conversacional impulsada por Gemini: no solo texto; también voz, imágenes y la cámara del móvil.

Cómo acceder: desde la web en google.com/aimode, desde el botón AI Mode en la caja de búsqueda, o en la app de Google tocando el ícono de la lupa con el signo “+”. Por el momento solo funciona en inglés y el despliegue puede tardar unos días por cuenta. En Estados Unidos llegan extras: compartir respuestas mediante enlace y un agente que hace reservas en restaurantes a partir de un prompt detallado, este último exclusivo para suscriptores del plan AI Ultra (250 dólares al mes). Para el mercado hispano, el salto de disponibilidad es enorme; cuando llegue el soporte en español, veremos un cambio real en hábitos de búsqueda.

OpenAI: 1.000 millones al mes, pero el camino a la rentabilidad es largo

OpenAI registró por primera vez 1.000 millones de dólares en ingresos en un mes (julio), impulsados por la adopción empresarial de sus modelos razonadores. Sin embargo, su CFO, Sarah Friar, fue directa: la IA “es voraz en GPU y potencia computacional” y la compañía está “constantemente bajo capacidad computacional”.

El plan para cubrir esa demanda es Stargate, un proyecto colosal con socios como Microsoft, Oracle, NVIDIA y ARM, con una inversión esperada de 500.000 millones. A día de hoy, no hay contratos firmados, y financiarlo es un reto mayúsculo. El cuadro se complica con una estructura de gastos estimada en 8.000 millones anuales solo en operación, pérdidas proyectadas de 44.000 millones entre 2023 y 2028 y el reconocimiento de que incluso ChatGPT Pro (229 euros al mes) podría no ser rentable. Aun así, Friar confirma que las suscripciones de pago aceleran. La lectura: el producto encaja en la empresa, pero la economía de cómputo aún no cierra. La industria deberá optimizar modelos, cargas y precios para que la cuenta salga.

La conversación que asoma: “inteligencia artificial abierta”

El tema de la inteligencia artificial abierta aparece ya como una nueva frontera en la agenda del sector. Su sola presencia en el debate refleja la búsqueda de modelos y marcos distintos para sostener la próxima ola de adopción.

Qué nos deja la semana

  • Privacidad no negociable: el freno de Microsoft en Teams marca el estándar que los clientes empresariales exigirán a todo proveedor de IA.
  • Interfaces en transición: Google empuja AI Mode y experimenta con gafas; la búsqueda y la computación cotidiana se vuelven multimodales.
  • Economía de la IA bajo presión: OpenAI puede crecer a doble dígito y, aun así, quedarse corta ante el costo del cómputo.

Detrás de cada anuncio hay una misma pulsación: construir confianza, encontrar la forma correcta de llevar la IA al usuario y cuadrar los números. No es glamuroso, pero es lo que decidirá quién lidera la próxima etapa.

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