En 2025 la tecnología ya no se reduce a algoritmos. Surgen debates y decisiones que conectan inteligencia artificial, robótica, inversión y conectividad, y cada una de ellas redefine cómo trabajamos, cómo invertimos y cómo vivimos. A partir de cuatro noticias destacadas, exploramos ese cruce entre innovación, ética y estrategia empresarial que está moldeando la industria tech.
Una visión radical sobre la justicia y la convivencia con la máquina llega de la mano de Elon Musk. En una reunión con accionistas, Musk planteó que los robots humanoides podrían vigilar permanentemente a los delincuentes. “Nadie irá a la cárcel”, afirmó, proponiendo un sistema en el que Optimus acompaña a las personas y registra sus acciones para evitar reincidencias. Aunque se presenta como un paso hacia una justicia más humana y sin muros, también abre preguntas: ¿quién financia, quién controla y qué pasa cuando un robot falla?
Mientras se discute el papel de la máquina en la sociedad, la inversiones en IA muestran una nueva geografía: SoftBank ha vendido sus acciones de NVIDIA para canalizar recursos hacia OpenAI y un ambicioso proyecto llamado Stargate. Con una inversión de hasta 40.000 millones de dólares en OpenAI y Stargate, SoftBank está priorizando la capa de aplicación y los modelos sobre la infraestructura de chips. En total, su fondo ha invertido miles de millones en OpenAI, mientras orbitales de datos y servicios de IA buscan escalar con mayor rapidez que nunca.
Pero el progreso trae también cautela. En DeepSeek, Victor Chen Deli alertó sobre el impacto laboral de la IA: en 5 a 10 años podría asumir gran parte del trabajo humano, y en 10-20 años las empresas de IA tendrían la responsabilidad de defender la sociedad ante estos cambios. Esta visión contrasta con el impulso comercial de muchas plataformas y subraya la necesidad de gobernanza y ética en el desarrollo de tecnología.
La conectividad espacial completa el cuadro: la red de satélites de SpaceX y Starlink plantea preguntas sobre el futuro de la infraestructura de Internet y su geopolítica. Si la capa de conectividad global está cada vez más concentrada, ¿quién controla ese acceso y qué impacto tendrá en economías, seguridad y privacidad? Estas noticias dibujan un año que no sólo avanza en capacidad tecnológica, sino que también exige respuestas claras sobre gobernanza, derechos y responsabilidad social en la era de la IA y la conectividad global.