La inteligencia artificial está dejando de ser un tema de debate en conferencias para convertirse en un motor tangible de crecimiento, regulación y experiencia diaria en tecnología. Cinco historias recientes muestran cómo la IA se despliega en la economía, en los dispositivos móviles y en nuestras herramientas de trabajo.
Durante la visita de estado de Donald Trump, Reino Unido y Estados Unidos sellaron el Tech Prosperity Deal, un acuerdo que ha desencadenado inversiones por valor de 31.000 millones de libras de grandes tecnológicas estadounidenses. El objetivo es impulsar IA, computación cuántica y energía nuclear civil, fortaleciendo la cooperación tecnológica y la seguridad energética en ambos países. Con la mirada puesta en Reino Unido como hub tecnológico, el gobierno de Starmer busca un crecimiento y una plataforma para competir a nivel global con una regulación más ligera frente a la UE.
Microsoft ya anunció una inversión de 22.000 millones de libras para construir el superordenador más grande del Reino Unido en Loughton, en colaboración con Nscale. Nvidia desplegará 120.000 unidades de procesamiento gráfico, y hasta 60.000 chips Grace Blackwell Ultra con Nscale. Google mantiene su compromiso de 5.000 millones de libras para un nuevo centro de datos en Waltham Cross y apoyo continuo a DeepMind. Además, otros como CoreWeave, Salesforce, Scale AI, BlackRock, Oracle y AWS han firmado compromisos de cientos de millones a miles de millones.
En otro frente, Apple introduce en iOS 26 un modo de ahorro de batería potenciado por inteligencia artificial. Conocido como Consumo adaptativo, analiza tus patrones de uso para detectar momentos de alto consumo y ajusta en segundo plano para alargar la autonomía. Puede cerrar apps en segundo plano, reducir el brillo o la tasa de refresco, y priorizar conexiones 4G sobre 5G. No todos los iPhone podrán usarlo: solo los modelos compatibles con Apple Intelligence, y algunos podrían traerlo activado por defecto. La activación se realiza en Ajustes > Batería > Consumo adaptativo, con la opción de recibir notificaciones cuando entra en funcionamiento.
En el frente del software de escritorio, Google ha lanzado una nueva aplicación para Windows que integra la búsqueda, Google Lens y la IA directamente en el escritorio. Se activa con Alt + Espacio, y permite buscar en la web, en archivos locales, en apps y en Google Drive, con una interfaz minimalista y un modo IA basado en Gemini. También plantea un competidor directo a PowerToys Run de Microsoft. Por ahora está disponible solo en Estados Unidos, en inglés, y requiere una cuenta de Google y Windows 10 o superior.
En otra iniciativa similar, Google ha lanzado un lanzador para Windows que imita Spotlight de macOS, permitiendo buscar en el PC y en Google Drive, con integración de Google Lens para traducir textos o analizar lo que aparece en la pantalla. Este lanzador, disponible a través de Google Search Labs, está limitado a EE. UU. y al inglés y requiere iniciar sesión con una cuenta de Google. En pruebas, destaca su rapidez para encontrar documentos y su capacidad para trabajar con Drive, aunque puede haber limitaciones para carpetas de red.
Paralelamente, creadores independientes están empujando nuevas ideas en búsqueda. Ryan Pearce, desde su lavadero, ha construido Searcha Page y Seek Ninja, dos motores de búsqueda que indexan miles de millones de entradas y operan en hardware adquirido de segunda mano, con un coste total de unos 5.000 dólares. Su centro de datos es un rincón de su cuarto de lavadora, junto a la secadora, y utiliza una CPU AMD EPYC 7532 de 32 núcleos y medio terabyte de RAM. El sistema se apoya en IA para ampliar palabras clave y entender contexto, empleando modelos como Llama 3 a través de SambaNova para refinar búsquedas. Otros desarrolladores, como Wilson Lin, apuestan por enfoques basados en la nube y datos vectoriales para agrupar resultados por similitud semántica. Este movimiento demuestra que la innovación en búsqueda ya no depende solo de grandes laboratorios; está floreciendo entre comunidades de desarrolladores que prueban caminos alternativos.
En conjunto, estas historias subrayan una era en la que la IA se entrelaza con la economía, la energía, la infraestructura y la experiencia diaria de los usuarios. Regalías de inversión, marcos regulatorios más flexibles y una oferta cada vez más amplia de herramientas de IA están redefiniendo el mapa tecnológico. Reino Unido aspira a consolidarse como hub tecnológico europeo, mientras que Estados Unidos aprovecha su vínculo con el país para ampliar su presencia en el continente. Al mismo tiempo, los usuarios finales descubren que la IA ya está optimizando desde la autonomía de sus móviles hasta la forma en que buscan información en sus PCs, mostrando un ecosistema mucho más dinámico y descentralizado de lo que se veía hace solo unos años.