La industria tecnológica está viviendo una era de avances explosivos en IA, pero los desafíos de monetización, infraestructura y regulación marcan un paisaje tan complejo como fascinante. Tres hilos conviven en este momento: el modelo de negocio de contenidos infantiles en abierto, las alianzas para construir infraestructuras de IA en EE. UU. y las preguntas sobre cómo y dónde monetizar las innovaciones en IA. Todo ello, además, está rodeado de conversaciones sobre la burbuja de la IA y la necesidad de demostrar valor real a largo plazo.
En el lado del entretenimiento y la monetización, Baby Shark encarna una paradoja reveladora. La canción más vista de YouTube ha acumulado más de 16.400 millones de visualizaciones desde su estreno en 2016 y se ha expandido a 25 idiomas, con Estados Unidos como principal mercado y Brasil liderando los ‘me gusta’. Sin embargo, las restricciones de privacidad infantil (COPPA) han limitado la monetización publicitaria: la empresa creadora, Pinkfong, reportó apenas 67 millones de dólares en 2024. En 2019 Google acordó pagar 170 millones de dólares para resolver acusaciones de recopilación de datos de menores; a partir de 2020, YouTube prohibió la publicidad personalizada en contenidos “Hecho para Niños” y desactivó comentarios, notificaciones y otras funciones, lo que redujo la producción de creadores en torno al 18% y las visualizaciones en un 20%, con caídas de ingresos entre el 60% y 90% cuando la publicidad personalizada desaparece.
Para sobrevivir, Pinkfong ha diversificado su negocio: en el primer semestre de 2025 ya reporta que el 68% de sus ventas proviene de la distribución de contenidos (incluido YouTube, Netflix y presentaciones en vivo), el 15% del merchandising, el 10% de licencias y el resto de videojuegos y productos digitales. Esta transición ilustra una lección clara para la industria: la diversificación de ingresos es crucial cuando las condiciones de monetización cambian por regulaciones y cambios algorítmicos. Además, la compañía ha indicado interés en incorporar inteligencia artificial y análisis de datos para crear contenidos, señal de que la IA podría transformar incluso modelos de negocio ya consolidados en entretenimiento para niños.
En el ámbito de la infraestructura y la IA a gran escala, la alianza entre OpenAI y Foxconn (Hon Hai) para diseñar y fabricar hardware clave para centros de datos en Estados Unidos marca un movimiento estratégico de “hazlo cerca” que busca seguridad de suministro y capacidades locales. Foxconn, con fábricas en EE. UU. y experiencia en la construcción de racks, cableado, redes y suministro eléctrico para IA, tendrá acceso anticipado a evaluar estos sistemas. Aunque el acuerdo inicial no implica obligaciones financieras, la colaboración apunta a fortalecer la infraestructura de IA en EE. UU. y a diversificar el abanico de proveedores para un sector en plena expansión.
Este tipo de alianzas encaja con una narrativa más amplia: la carrera por escalar la IA requiere no solo chips potentes, sino una cadena de suministro robusta y capacidades de fabricación nacional que acompañen el crecimiento de servicios y modelos de negocio basados en IA. La conversación también sugiere que Taiwán y otras regiones podrían beneficiarse de mantener el liderazgo en tecnología y datos de forma más localizada, una estrategia que varios actores ven como clave para la seguridad y la competitividad global.
En paralelo, Google ha comenzado a experimentar con anuncios dentro de las respuestas de su modo de IA, conocido como AI Mode. Las pruebas han mostrado tarjetas de resultados patrocinados etiquetadas como “Sponsored” integradas al final de la conversación generativa. Por ahora son pruebas intermitentes y Google no ha anunciado planes de despliegue general; aún así, la idea de integrar publicidad directamente en las respuestas de IA tiene sentido para Alphabet, dado que una parte relevante de su negocio proviene de la publicidad digital. A la par, el director ejecutivo de OpenAI ha comentado que podrían llegar anuncios a usuarios gratuitos de ChatGPT, y Microsoft ya explora publicidad en Copilot en determinados mercados. Estos movimientos indican una tendencia: la publicidad podría expandirse para convertirse en una capa integrada de interacción con IA, siempre vigilando la confianza y la precisión de la información que se presenta.
En una visión más futurista de la infraestructura, Elon Musk ha planteado que el futuro de los servidores de IA podría estar fuera de la Tierra. La idea, que cuenta con la mirada de la industria y referentes como Jensen Huang de NVIDIA, sugiere que, dentro de unos cinco años, podría ser más rentable desplegar centros de datos en el espacio gracias a la energía solar y a menores pérdidas de refrigeración. Se apunta a utilizar satélites y paneles solares de gran escala para alimentar redes de cómputo, reduciendo costos energéticos y de refrigeración frente a centros terrestres. Si bien existen retos técnicos como la radiación, las temperaturas extremas y el mantenimiento remoto, la propuesta subraya una posible vía de expansión de la capacidad de IA que podría acompañar al crecimiento de la demanda de procesamiento acelerado por GPUs y otras arquitecturas de alto rendimiento.
Y mientras el optimismo sobre la IA crece, también surgen preguntas sobre la eficiencia y la rentabilidad. En una conversación que reúne a los CEO de las grandes tecnológicas, Sundar Pichai (Google) y Satya Nadella (Microsoft) han mostrado reservas sobre la situación actual: hablan de elementos de irracionalidad y de la necesidad de ver resultados tangibles. Por su parte, Jensen Huang de NVIDIA presenta números que destacan el impulso de la IA para el negocio de centros de datos: ingresos del tercer trimestre de 57.000 millones de dólares, con una ganancia neta de 32.000 millones y una expectativa de 65.000 millones de ingresos para el trimestre siguiente. No obstante, el balance general entre gasto y ganancia sigue siendo un tema de debate: OpenAI y otros actores invierten sumas enormes para construir infraestructuras, mientras la rentabilidad para muchos de los grandes jugadores aún no está asegurada. Los costes energéticos, la necesidad de nuevas fuentes de energía y la búsqueda de soluciones sostenibles—incluidas microreactores nucleares para alimentar centros de datos—son piezas clave del rompecabezas que la industria está tratando de resolver.
En conjunto, estas historias muestran una industria que avanza a varios ritmos a la vez: la monetización de contenidos innovadores, la construcción de infraestructura crítica en EE. UU., la experimentación publicitaria integrada en IA, la exploración de ubicaciones espaciales para la potencia de cómputo y la necesidad de equilibrar gasto con resultados tangibles. Es un momento para mirar con atención, porque las decisiones que se tomen hoy pueden redefinir no solo el negocio de cada empresa, sino toda la economía de la IA en los años por venir.