La tecnología continúa expandiéndose por campos inesperados y a velocidades sorprendentes. IA que ayuda a construir argumentos legales, robots para el hogar, predicciones sobre el futuro de la Tierra, debates sobre la energía necesaria para sostener estas innovaciones y rutas de navegación que cambian en tiempo real señalan una misma realidad: la tecnología está condicionando nuestra forma de trabajar, vivir y tomar decisiones.
En California, una mujer llamada Lynn White logró anular un desahucio y librarse de una deuda de más de 60.000 euros gracias a herramientas de inteligencia artificial para preparar su apelación. Con chatbots redactó documentos, identificó fallos en el proceso y estructuró sus argumentos. Pidió a ChatGPT que actuara como un profesor de Derecho de Harvard y revisó cada punto hasta obtener una nota sobresaliente. El tribunal le dio la razón. Este caso, junto a noticias de sanciones a abogados por textos con IA, ilustra el doble filo: la IA puede ampliar capacidades, pero exige supervisión experta para evitar citas falsas u otros errores.
En el ámbito doméstico, la robótica da un paso adelante con Figure 03, un humanoide de Figure AI que puede poner la lavadora, llenar el lavavajillas, doblar la ropa y reorganizar el salón. Pesa 61 kilos y está diseñado para convivir de forma segura en casa. Su aprendizaje se basa en Helix, un sistema de IA que aprende observando a las personas, y sus dedos pueden detectar presiones de apenas tres gramos para manipular objetos frágiles. Con una fábrica en California capaz de producir 12.000 unidades al año y un objetivo de 100.000 en cuatro años, Figure AI cuenta con el apoyo de OpenAI, Microsoft, Nvidia y Amazon. TIME lo incluyó entre los mejores inventos de 2025, aunque algunos usuarios señalan que todavía es algo lento y que sus piezas son desmontables para facilitar el mantenimiento, con recarga inalámbrica.
La NASA y universidades colaboraron para proyectar el futuro de nuestro planeta. Usando una supercomputadora, realizaron más de 400.000 simulaciones y estimaron que la Tierra dejaría de ser habitable en el año 1.000.002.021, cuando el Sol evolucione a gigante roja. El estudio describe dos posibles desenlaces y advierte que la vida humana podría desaparecer mucho antes si los ecosistemas se deterioran y aumenta la temperatura. Aunque hay ideas de colonizar otros planetas, los científicos señalan que no sería una solución universal; la supervivencia de la especie dependerá de frenar el cambio climático y proteger los ecosistemas.
En el terreno de la IA y su impacto energético, el lenguaje de moda es bragawatts. Ese término describe las cifras de consumo publicitadas para los centros de datos que alimentan los modelos de IA. OpenAI ha señalado campus que, junto a otros, podrían superar 8 GW de potencia; se habla de un total de 46 GW de capacidad para operaciones de IA en EE. UU. y de un gasto estimado de 3 billones de dólares en centros de datos para 2029. Para alimentar 1 GW, se estima que podrían hacer falta alrededor de 800.000 hogares. Aunque hay optimismo sobre el avance, también hay debates sobre el uso de carbón y otras fuentes rápidas para cubrir picos de demanda y sobre la veracidad de algunas cifras, recordándonos que la energía y la sostenibilidad siguen siendo un reto central.
Para terminar, una experiencia cotidiana de navegación ilustra cómo las herramientas de IA influyen en nuestra vida diaria. Google Maps y Waze, ambas de la familia Google, pueden mostrar rutas distintas cuando se usan juntas. Maps utiliza una versión del algoritmo de Dijkstra y el algoritmo de búsqueda A*, combinado con datos históricos, predicciones y ajustes por IA para estimar el mejor camino. Waze se apoya más en los informes en tiempo real de los usuarios y actualizaciones dinámicas, recalculando rutas ante atascos o incidentes. En conjunto, Maps ofrece mayor estabilidad y contexto histórico; Waze, mayor agilidad ante cambios rápidos. Estas diferencias explican por qué a veces una ruta es distinta de la otra y cómo cada plataforma sirve a distintos escenarios de conducción.