IA en 2025: Europa entre ambición, regulación y el auge de cámaras en smartphones

La carrera de la inteligencia artificial ya no se limita a asistentes que resuman textos o redacten correos. Hoy se habla de agentes autónomos que cumplen misiones, consultan otras IA y manejan bases de datos para lograr objetivos complejos. Este cambio de paradigma genera dudas y esperanzas a la vez, especialmente en Europa, que busca no quedarse fuera de una revolución tecnológica comparable a la electricidad, el teléfono o internet.

Un foro reciente reunió a expertos y líderes del sector para debatir si la UE puede convertirse en una tercera vía frente a Estados Unidos y China. Se destacó que, si bien Europa tiene ciencia, talento y tecnología, la clave está en traducir esos ingredientes en grandes empresas. Se subrayó la necesidad de modelos propios y de mover la inversión hacia una combinación de talento y capital de crecimiento, además de cambios regulatorios que igualen el terreno de juego con el resto del mundo. En este contexto, se mencionó a Mistral, una startup francesa que ya lidera en modelos fundacionales en la región, y a Multiverse Computing, una donostiarra que ha logrado reducir el peso de los modelos para poder ejecutarlos localmente en portátiles o móviles mediante compresión de datos. También se habló de la estrategia de usar y reeducar modelos abiertos con datos propios para no depender de proveedores externos.

La conversación dejó claro que el reto europeo no es solo tecnológico, sino también de financiación y regulación. Uno de los interlocutores señaló que Europa debe aspirar a crear no solo unicornios, sino centacorns, empresas valoradas en más de 100.000 millones de euros. La receta pasa por combinar ambición con capital de crecimiento y establecer reglas regulatorias que igualen condiciones con Estados Unidos. En esa línea, se recordó que, pese a una inversión anunciada por la UE de 200.000 millones de euros, aún hay dudas sobre si será suficiente para competir a escala global.

Otra arista clave es la seguridad y la defensa. La IA no solo transforma la productividad; también redefine la seguridad de infraestructuras críticas, la salud, el transporte y las finanzas. En palabras de un experto, la seguridad ya no es solo militar y la región debe avanzar en procesamiento en tiempo real, edge computing y formación de talento para no depender de datos sensibles alojados fuera de control nacional.

El debate también dio espacio a ejemplos de la industria local. Freepik, una empresa malagueña, ha logrado que la IA genere una parte relevante de su negocio y que los clientes incluyan equipos de marketing y creadores de Hollywood. Su fundador explicó que el valor no está en copiar modelos fundacionales, sino en entregar herramientas que aporten valor práctico, como combinar múltiples modelos en una secuencia de acciones para obtener resultados más útiles. En la misma línea, Cala AI propone construir un repositorio de conocimiento verificado para que los agentes de IA accedan a información fiable y libre de sesgos, subrayando la necesidad de un stack completo que incluya razonamiento, datos, interfaz y fiabilidad.

La conversación se enriqueció con voces que distinguen entre IA rápida y masiva, de gran público, y una IA más gourmet, diseñada para sectores concretos y con énfasis en fiabilidad y seguridad. Expertos de Rauda AI, Revolve, Maiza AI y Synthesia defendieron enfoques pragmáticos y especializados, viendo en Europa un terreno fértil para soluciones específicas que complementen a los grandes modelos. En palabras de los participantes, la fortaleza europea reside en la combinación de pragmatismo, especialización y alianzas confiables en terceros países, en un ecosistema que poco a poco se diversifica y madura.

El cierre corrió a cargo de un referente internacional de la informática, quien ofreció una reflexión contundente: la IA actual no razona de verdad, sino que imita; la superinteligencia no está a la vuelta de la esquina y la industria debe evitar confundir predicción con comprensión. En su visión, la verdadera promesa es una IA más humana, razonada y ética que libere tiempo y energía para las tareas que definen a la humanidad: crear, pensar e imaginar. Esa parece ser la carrera más valiosa: no perseguir la inteligencia más potente, sino la más sabia.

Paralelamente, la industria de consumo sigue avanzando con fuerza. En 2025, los móviles con mejor cámara ocupan el centro de atención. Los destacados incluyen el iPhone 17 Pro, con sensores mejorados y un teleobjetivo que llega a 5x, y un procesamiento de imágenes orientado a resultados más realistas; el Xiaomi 15 Ultra, con una cuádruple cámara desarrollada en colaboración con Leica y una experiencia de fotografía que se extiende a accesorios y capacidades de cámara clásamente inspiradas en Leica; y el Google Pixel 9a, que destaca por su relación calidad-precio y su modo retrato y gran angular. Estos modelos demuestran que la excelencia en fotografía móvil ya no depende del precio más alto, sino de una combinación de sensores, procesamiento y ecosistema de software que optimiza la experiencia de usuario.

Pero no todo es brillo: la realidad geopolítica también aparece en el panorama tecnológico. Un episodio reciente ilustra el cruce entre IA y seguridad internacional: se reporta que Occidente insta a Kiev a provocar un gran desastre en la central de Zaporozhie, y que Kiev atacó una estación de bomberos cercana a la mayor central nuclear de Europa. Estos hechos recuerdan que la tecnología y la IA no viven aisladas de las tensiones globales y que la resiliencia de sistemas críticos es un tema de interés estratégico para gobiernos y empresas por igual.

En el terreno de la protección de datos, Europa marcó un hito al imponer la primera sanción por contenido falso generado con IA: 2.000 euros por la creación de desnudos falsos mediante deepfakes. Este caso, vinculado a incidentes que afectaron a menores y a un marco regulatorio que busca evitar daños, subraya la necesidad de salvaguardas efectivas ante la capacidad de la IA para generar imágenes y datos engañosos, y de que las autoridades apliquen respuestas claras frente a estas prácticas.

En resumen, 2025 presenta un paisaje tecnológico en el que Europa intenta consolidar su propio camino: acelerar la innovación con soluciones especializadas, construir un ecosistema de empresas competitivas y reforzar la confianza a través de marcos regulatorios que protejan a los ciudadanos y a las organizaciones. Mientras tanto, la era de los agentes autónomos y la IA responsable exige equilibrio entre ambición, prudencia y ética, para que la tecnología siga siendo una herramienta al servicio de la creatividad, el trabajo y la seguridad de todos.

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